Un nódulo no es más que un bulto, una protuberancia, un tumor o una neoplasia. Como en todos los órganos del cuerpo, los nódulos que se presentan en la tiroides pueden ser benignos o malignos. Afortunadamente, alrededor del 90% de los nódulos tiroideos son benignos y sólo el 10% son malignos o cancerosos.
Pueden ser descubiertos por el paciente al tocarse el cuello, al verse al espejo, por un familiar, un amigo o el médico en un examen físico. Sin embargo, actualmente, la gran mayoría son descubiertos en un estudio por imágenes del cuello (tomografía, resonancia magnética, ultrasonido, PET scan), sin que se sospechara su existencia. De todos estos estudios, el que más información ofrece, es el ultrasonido, que además puede detectar nódulos de hasta 1 mm de diámetro.
Son más frecuentes en mujeres que en hombres, en una relación de 4:1 y se reporta que si a mujeres mayores de 50 años se les hiciera un ultrasonido, en 1 de cada 2 se descubrirían nódulos en la tiroides.
El manejo de estos nódulos o tumores, depende de sus características ultrasonográficas y de su tamaño. El examen más fiable y sensible para establecer la benignidad o malignidad de estos nódulos, es la biopsia por aspiración con aguja fina (BAAF).
Existen varias escalas de riesgo para determinar qué nódulos deben ser sometidos a una biopsia. Las más utilizadas y conocidas son: la del Colegio Americano de Radiología (ACR) y la de la Asociación Americana de Tiroides (ATA). Ambas coinciden en que los nódulos menores de 1 cm, independientemente de sus características ultrasonográficas no deben ser biopsiados. En los mayores de 1 cm, la recomendación de hacer una BAAF depende de sus características ultrasonográficas y de su tamaño.
El resultado de la BAAF, determinará en la mayoría de los casos, las recomendaciones de manejo para cada nódulo en particular.